miércoles, 28 de julio de 2010

Socialismo a la tica (1938)

Socialismo a la tica (1938)


Escrito por Alfonso Chase

Sábado 22 de Agosto de 2009 06:51

©: Del texto: Herederos Manuel Mora Valverde



©: De la fotografía: Archivos Nacionales





Año III N° 128





El centenario del nacimiento de Manuel Mora Valverde (1909-1995) pone sobre la mesa de la historia actual su importancia como ideólogo, persona y político, más el relieve de su participación en sucesos que definieron el destino de nuestra patria, con su proyección personal sobre los mismos, en unión con las fuerzas sociales, compañeros de Partido y pensamiento, y demostrando algo más allá de su talento: su capacidad de vislumbrar los hechos tomando en cuenta la historia nacional, el sentido del ser costarricense, el desarrollo de la Historia desde nuestra independencia, y su influencia personal, la cual fue transforrrmada en colectiva, gracias a su formación política y al humanismo social que supo representar desde que fuera un estudiante, un fundador, un ser propositivo, que también tuvo la facultad y visión de cambio, de diálogo, de sobreponer vanidades e intereses para así ampliar las conquistas sociales, las libertades públicas, el desarrollo real de nuestro país. Nadie más combatido por las fuerzas retrógradas de siempre que Manuel Mora. Como político, legislador, hombre público y personalidad espiritual, que se ha estudiado muy poco, pero que causó impacto en quienes lo conocimos, lo respetamos, lo escuchamos, con ese soberano respeto que producía su conversación. Su trayectoria como legislador, siendo muy joven aún, es ya un trozo de nuestra historia. Como dirigente del Partido Comunista, sus proporciones sobre los cambios sociales en Costa Rica levantaron vibrantes polémicas, por lo original de sus propuestas, el vigor de su palabra, la fuerza de sus ideas convertidas en ráfagas de transformación, en pentración, consciente, del valor de nuestras tradiciones, pero también de la necesidad de profundos cambios. Más allá de la teoría marxista, que la tuvo y expresó sin dogmatismos, asentado en las ideas de nuestra forma de ser y de actuar, Manuel Mora Valverde supo también expresarse sobre sí mismo en muchos de ellos, definiendo una calidad personal que muchas veces le fue cuestionada, pero que definía su manera de interpretar al mundo. En su centenario lo tenemos presente en las páginas de “Germinal”, como un hombre providencial y, tan excepcional, que fue la base de un pensamiento colectivo. Es decir: en uno de los imprescindibles.





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Manuel Mora Valverde

Socialismo a la tica (1938)

¿Es necesaria la acción armada en Costa Rica?









Lo que dejó dicho, me lleva lógicamente a tratar esta cuestión que es objeto de discusiones e inquietudes en el Partido y fuera del Partido. ¿Tiene planteada nuestro Partido en Costa Rica la necesidad de realizar una revolución violenta? ¿Es la construcción del comunismo integral lo que nosotros queremos realizar en la primera oportunidad? Nada de eso es cierto camaradas. Ni puede estar a la orden del día en nuestro país la revolución comunista integral desde luego que Costa Rica es un medio económicamente retrasado, ni podrá estar a la orden del día la revolución violenta en tanto gocemos de instituciones democráticas que nos garanticen el derecho de pensar, de hablar, de reunirnos, de organizarnos y de plantear y conseguir las reivindicaciones del pueblo costarricense. Por el contrario, nuestro Partido, en Costa Rica, tiene que hacer toda clase de esfuerzos para defender las instituciones democráticas. Porque estamos convencidos de que en el presente momento histórico, la forma democrática de nuestra vida política es la que más confirme a nuestro pueblo. Eso, sin embargo, no quiere decir que estemos satisfechos ni conformes con lo que existe. No lo estamos. Creemos que nuestra democracia debe perfeccionarse, limpiándola de pillerías, limpiándola de traiciones y transformándola en una garantía cada vez mayor para la libertad de pensamiento, de prensa y de conciencia. También, con un criterio realista de la vida, proclamamos la necesidad de darle contenido económico a nuestra democracia. Es decir, que creemos que no basta que la libertad esté escrita en una constitución para que sea verdadera libertad para el pueblo; que sin libertad económica no hay verdadera libertad, y que nuestro pueblo sólo será libre cuando a la libertad política de que hoy goza con cierta relatividad, puede agregar una amplia y verdadera libertad económica. Pero para conseguir todo esto ¿será indispensable apelar a las armas y ensangrentar nuestro suelo? No es indispensable en Costa Rica en la actualidad, y si nosotros sabemos actuar con acierto, es muy posible que no llegue a serlo en el futuro. Sólo los extremistas equivocados de nuestras filas podrían sostener lo contrario. Porque esos camaradas no se darían cuenta de que revolución no es propia y necesariamente acción armada del pueblo, sino transformación de sistemas y de instituciones envejecidas y obstaculizadoras del bienestar general. La acción armada puede ser necesaria pero podría también no serlo.



Por un comunismo tico, será nuestra consigna



De ahora en adelante



¿Cuáles son entonces los fines inmediatos de nuestro Partido en Costa Rica? La organización y la orientación de nuestro pueblo y el empuje de nuestra economía hacia formas más avanzadas de organización. Hacer eso, pero con realismo, tomando muy en cuenta el grado de cultura de nuestras masas, tomando muy en cuanta el grado de cultura de nuestras masas, tomando muy en cuenta sus tradiciones políticas y filosóficas, es hacer revolución en Costa Rica. Lo demás es utopía de mala clase. Lo demás es hacer labor estéril y negativa. Lo demás es verdadero charlatanismo. La experiencia, a lo largo de la cual hemos cometido tantos errores, nos dice todo eso; y nos lo dice también nuestra doctrina correctamente interpretada. Y seríamos unos imbéciles y unos traidores, si no tuviéramos el valor necesario para rectificar lo que haya que rectificar y aprovechar las lecciones de la experiencia. Los costarricenses necesitamos lo que quizá podríamos llamar un comunismo costarricense: es decir, un Partido Comunista que sepa interpretar la realidad nacional y ajustar sus consignas y sus procedimientos de lucha, a ella. “Por un comunismo tico” en ese sentido, será nuestra consigna de ahora en adelante. Quien se oponga a la realización de esa consigna no podrá ser un verdadero comunista costarricense.



Lo que dijo el comité central en el año 36



No podría decir nadie que yo por mi cuenta y riesgo estoy dándole nuevas leyes al Partido. Ya en el mes de septiembre del año 36, nuestro Comité Central hizo públicas unas declaraciones que posteriormente han continuado orientando nuestra lucha, por más que hayamos cometido el error de no popularizarlas bastante. Me parece conveniente que releamos esas declaraciones en esta oportunidad.



1°-No somos enemigos del régimen democrático. Por el contrario los sostendremos y defenderemos en la medida de nuestras posibilidades y nos empeñaremos por fortalecerlo cada vez más dándole contenido económico. Creemos sinceramente que cualquier movimiento político social que se desenvolviera con honradez en Costa Rica y que pretendiera ir más allá del régimen democrático, estaría en este momento fuera de nuestra realidad.



2°- Nos oponemos resueltamente al trasplante a nuestro país de fórmulas que no calcen en nuestra estructura económica, social y política. Declaramos que los problemas de nuestro país deben resolverse a la luz de un estudio concienzudo y serio de nuestras características nacionales.



3°- No tenemos, como organización popular, credo religioso ni antirreligioso. Los propósito de p0ersecución religiosa que nos atribuyen son completamente falsos.



4°- No somos enemigos de las grandes y nobles tradiciones nacionales. Antes bien, las respetamos y nos sentimos más ligados a ellas que muchos de los que nos atacan bajo los estándares de un mentido patriotismo.



5°- No somos enemigos de la pequeña propiedad, sino de la propiedad que se forma, precisamente, mediante la eliminación de la pequeña por el robo en sus diferentes aspectos. Con respecto a esa gran propiedad tampoco pensamos que su supresión se imponga actualmente. Pero si creemos que puede limitarse y reglamentarse en beneficio del pueblo.



6°- No somos enemigos de la familia, sino que por el contrario, creemos que la familia debe ser dotada de elementos económicos que le den verdadero sentido humano. Creemos que la miseria es la gran desintegradora de hogares.



7°- Somos enemigos decididos del crimen y del terror como sistema social. Creemos únicamente en la acción de las masas, preparadas y organizadas, como medio eficaz de combate.



La política suicida de los hombres programas



Aclarado lo anterior, juzgo necesario refrescar en la mente de los que me escuchan el criterio de nuestro Partido en relación con la política, y su posición frente a los grandes problemas económicos y sociales que tiene planteados la república. La línea de un partido sólo puede comprenderse de manera efectiva conociendo la forma concreta como ese partido resuelve o pretende resolver los problemas prácticos de la lucha.



Nuestro partido sustenta la tesis irrebatible de que ha llegado para Costa Rica el momento de terminar con la politiquería personalista: politiquería que sólo sirve para exaltar o para denigrar, sin ningún provecho para el pueblo. Nuestro Partido considera que los hombres son meros accidentes en la vida de los pueblos y que la atención de las masas debe encauzarse hacia algo más estable y más cierto que las simples características personales de los caudillos y candidatos. La política de “los hombres programas”, es, en nuestro concepto, una política suicida que debe desterrarse para siempre de nuestro ambiente político. Estamos convencidos de que Costa Rica necesita una renovación completa de los diferentes aspectos de su vida total, y por lo tanto, de su vida política. Es necesario pasar ya, de manera radical, de las estériles discusiones acerca de los individuos, a la discusión fecunda de los programas. El individuo puede traicionar; el individuo puede desaparecer. Los programas, cuando se han hecho después de estudiar profundamente las características económicas y sociales de un país, sobreviven a los hombres y orientan a los pueblos que nos han querido oír, que su deber es exigirles a los propagandistas de las plazas públicas, más que ditirambos y denuestos para don fulano o don zutano, análisis serios de los problemas nacionales, y que su deber es también exigir a los candidatos, más que simples condiciones personalísimas de simpatía o de bondad, capacidades y preparación para organizar la vida del país. Por eso también hemos formulado al pueblo el cargo de no proceder, en relación con la vida pública, en la misma forma que procede en su vida privada. Pues si para la construcción de una casa se le exige al arquitecto un plano, y si para la confección de un vestido se le exige al sastre un modelo, y si para la curación de un enfermo se le exige al médico un diagnóstico, no hay razón para que tratándose de la construcción de la economía del país, no se le pida al candidato a diputado o a presidente el plano que ha de servirle para realizar esa construcción , es decir, el programa. El día que para ser candidato a un puesto público no baste presentarle al pueblo un perfil físico perfecto, ni un conjunto de gestos que provoquen simpatía, sino que sea indispensable, por encima de todo, porque el pueblo lo exige, demostrar que se sabe de dónde se viene y para dónde se va, es muy posible que ese día Costa Rica tenga la oportunidad de ver el timón de su vida en manos de los más capacitados, pero de los más capacitados como representantes de los sectores mayoritarios del pueblo; que tenga además, la enorme suerte de salir del tutelaje ignominioso de los charlatanes, de los vociferadores de plaza pública, de los ignorantes cuyo único mérito es el atrevimiento de los pícaros que consiguen votos por su falacia, no en un afán de servir al pueblo, sino en un anhelo de conquistar lo que ellos llaman honores y a menudo algo más que honores, dineros.



Última actualización el Sábado 22 de Agosto de 2009 07:21



Author of this article: Alfonso Chase

1 comentario:

  1. Dado que mi padre: Alejo Poveda Gomez fue firmante ,junto con mi tío político Víctor Segura Cordero ,del acta de constitución del Partido Vanguardia Popular, en 1931, desde muy pequeño tuve la oportunidad de conocer y tratar-obvio a mi nivel- a Manuel Mora, Carlos Luis Fallas, Carmen Carvajal,Luisa Gonzalez , Corina Rodriguez, Luis Carballo , Carlos Luis Saenz , Enrique Conde , Pedro Cuendis, así como a dirigentes sindicalistas de fuste,todos zapateros,entre ellos:el Renco Guzman,los hermanos Moscoa...Acompañaba a mi padre a los mitines que se celebraban en la sede del partido ,asi como a la radioemisora de Perry Girton, ambos sitios cercanos a mi casa. Estuve presente en sesiones importantes ,pero por mi edad solo vibraba en el entusiasmo de los asistentes a estos eventos, porque escasamente comprendí sus proclamas. y sus larguísimas deliberaciones. Mi padre ofrendaría su vida el 11 de abril de 1948,luchando por la defensa de las Garantías Sociales .Siendo,por tanto un ser nacido en 1938,un año antes del inicio de la II Guerra Mundial y habiendo conocido de primera linea muchos de los sucesos de la llamada revolución de 1948, trataría de seguir la senda marcada por mi padre ,pero la izquierda comunista costarricense al fraccionarse en movimientos cuasi-personales, de escasa penetración político -electoral , se quedaron en el discurso,lo que me llevaría a intentar seguir los pasos de mi padre en una agrupación pequeña:el Partido Demócrata Cristiano ,que permitiría llevar al poder a Rodrigo Carazo ,bajo la bandera de la Coalición Unidad.
    Lamentablemente esa naciente fuerza fue fagocitada por quien-en nombre del Dr. Calderón Guardia , llevaría la agrupación por otros senderos.
    Hago esta rememoracion histórica ,porque estimo que el sendero de izquierda sabiamente combinado con el sendero de centro es un camino natural, consustancial con el sentir y el hacer del costarricense .
    Prueba de ello es que las denominadas Garantías Sociales promulgadas en la década de los 40 con la conjunción de comunistas criollos, calderonistas, y el apoyo del Arzobispo Sanabria ,nos han permitido la paz social de que gozamos,pero que se ha ido erosionando por practicas de corrupción visible en actos tanto del PLN como el PUSC.
    Hoy día ,para restaurar la paz social se impone un pacto supra-partidista, supra-ideológico centrado en la Justicia Social para que el país se levante de nuevo... .

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