Dictadura: concertada y sostenida
Oscar Aguilar Bulgarelli
tomado de http://www.nacion.com/ln_ee/1995/julio/20/opinion2.html
En nuestro querido país, cuando un hecho recibe la bendición de ciertos sectores de interés o de algunos medios de comunicación, es difícil que surjan opiniones en contrario y mucho menos una vez que se haya girado la orden, por una mano invisible, de moldear la opinión pública en favor de ese acontecimiento.
Esto ocurre con el famoso pacto Figueres-Calderón, que se dio a conocer con generosa retahíla de opiniones favorables, sonrisas, gestos angelicales, tonos bondadosos y hasta beatíficos cantares. Pero, ante tanta magnificencia, generosidad, humildad a toda prueba y cambios de criterio, vale la pena recordar lo que decía el viejo refrán: de la limosna abundante... !hasta el santo recela!, y la verdad sea dicha, como desde el principio he recelado del tan traído pacto, me voy a permitir hacer algunas reflexiones, que espero el tiempo no me dé la razón, y se lleguen a demostrar sus bondades reales y mi equivocación.
Lo primero que luce evidente es la estrategia del presidente Figueres. Se relata en la revista Rumbo que "antes de firmar, Figueres dijo a Calderón: aquí estamos los dos enyugados a la misma carreta. Cualquiera de los dos que quiera soltarse... !la carreta se hunde!" Aceptaron un destino común, para bien o para mal; Calderón se comprometió con el gobierno de Figueres y aceptó ser copartícipe, cogobernante y corresponsable de los destinos de la actual administración; lo peor es que con su sátira socarrona, Figueres se lo advirtió delante de la prensa, a pocos minutos de estampar la firma, cuando ya el expresidente no se podía echar atrás.
Viendo actuar al "nuevo Figueres", también luce evidente que el jalón de orejas y sabios consejos de don Luis Alberto Monge, entre otros, fueron efectivos. La estrategia de cambiar la política de choque por un actuar modocito, propio y característico de la administración Monge le permitió un acercamiento con Calderón, cuya amistad con don Luis Alberto es harto conocida.
Ahora bien, los hijos de los líderes del 48 (!y dale todavía con el 48!), una vez "amarraditos los dos entre espumas y terciopelos", como dice la canción popular, se lanzaron por el camino del irrespeto a la institucionalidad del país, para arrogarse la representación total y absoluta de los costarricenses. Figueres olvidó que él, como Presidente de la República, no puede firmar un documento a nombre del Partido Liberación Nacional pues es violatorio de las disposiciones constitucionales y legales que le impiden la participación política; que el Poder Ejecutivo lo ejerce conjuntamente con sus ministros que, evidentemente, no fueron informados del pacto y sus conversaciones previas; pero sobre todo olvidó que en Costa Rica existe la división de poderes y que, con base en el artículo 9 de la Constitución Política, "ninguno de los poderes puede delegar el ejercicio de funciones que le son propias". Ahora resulta que una vez pactado un proyecto de ley o conjunto de leyes, fuera del parlamento y aprobado por las comisiones de nombramiento bipartidista y unipersonal que acordaron, a los representantes populares e "independientes" diputados en la Asamblea Legislativa no les queda otro camino que aprobarlos sin discusión y modificación.
Por su parte, don Rafael Angel Calderón no se quedó atrás. Olvidó que ajeno al respeto, cariño, reconocimiento y liderazgo que tenga y se le reconozca dentro del PUSC, también hay organismos institucionales dentro del partido que debieron respetarse, a pesar del sigilo con que se llevó a cabo la gestación y alumbramiento del pacto. Por ejemplo, el Comité Ejecutivo del PUSC no fue tomado en cuenta, ni qué decir del Directorio Político (único órgano partidario al que pertenece oficialmente el licenciado Calderón, aunque nunca asista a sus reuniones), al que hasta ahora ni siquiera ha informado de sus actos, ni de las comisiones nombradas por él para representar al PUSC. Pero, además, no cabe duda de que al girar sus instrucciones a los diputados y al Comité Ejecutivo, así como el hecho de ignorar al Directorio Político, don Rafael Angel confirmó su condición, no de líder, sino de dueño de las estructuras, opiniones y hasta de algunas conciencias dentro del PUSC.
Así, cuando llega la hora de la democracia participativa, Figueres y Calderón interpretaron el concepto de participación como el derecho de coparticipar, ellos dos, de las mieles del poder, sin tomar en cuenta las estructuras institucionales y la voluntad popular, de la cual se autoproclamaron sus representantes e intérpretes. ?Qué hubo en aquellas conversaciones previas tan prolongadas?, ?qué se negoció en tantas horas? Muchos han dicho que temas difíciles y delicados de la vida del país fueron tratados, pero también ciertas violaciones a derechos y disposiciones legales de los últimos meses. Resulta interesante la coincidencia que, firmado el pacto, se volviera a discutir la reelección presidencial en el seno de la Asamblea Legislativa.
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