domingo, 14 de febrero de 2010

MENSAJE DEL PRESIDENTE CALDERON GUARDIA AL CONGRESO CONSTITUCIONAL, 1 de mayo de 1942

MENSAJE DEL PRESIDENTE CALDERON GUARDIA AL CONGRESO CONSTITUCIONAL


1 de mayo de 1942

Fue intensa la actividad desplegada en el ramo de Gobernación, dentro del cual se dio cima a una de las realizaciones cuya necesidad era más hondamente sentida en el país: me refiero a la institución del Seguro Social. En el Mensaje inaugural de la Administración presente anuncié que el nuevo Gobierno sustentaba, en lo político, la doctrina del Cristianismo Social, tal como lo exponen las admirables Encíclicas de León XIII y Pío XI, y como lo sintetizara el Cardenal Mercier en su "Esbozo de una Síntesis Social".

El criterio que me impulsaba a realizar un esfuerzo en beneficio de la clase trabajadora, a fin de proporcionarle la ayuda que individualmente no puede tila procurarse, me animó a emprender la magna obra del Seguro Social, cuyos benéficos resultados habrán de corresponder con creces a los sacrificios que demandó la creación de aquel organismo que debe envanecer al país y que, desde luego, llena de orgullo a mi Gobierno por haber podido, mediante la valiosa colaboración de esa Cámara, llevarla al terreno de las realizaciones prácticas.

Comprendo que eso no es todo lo que debe hacer el Estado en tal orden de ideas, a fin de organizar la colectividad social sobre la base impuesta por las exigencias de la vida moderna. Mucho se ha especulado y seguirá especulándose en el futuro acerca del particular; el fiel de la balanza demanda imperativamente considerables y sustanciales reformas del régimen, para mantener el equilibrio entre las fuentes de producción, y los centros directores de la sociedad; pero, supuesto que esa es obra de muchas décadas de estudio y observación, incluso para llegar a obtener la fórmula adecuada, resulta indispensable ir acudiendo poco a poco al reclamo de la necesidad, remediando hoy aquí y mañana allá las injusticias y el desequilibrio que existen, hasta obtener paulatina e insensiblemente el fin deseado, sin alteraciones ni violencias, y dentro de la mayor armonía y cordialidad. Pero, repito, la labor será obra mesurada y juiciosa de muchos años. Por ahora me complace haber dado un paso muy señalado hacia ese ideal supremo, aunque sólo sea en uno de los múltiples aspectos de tan complejo problema.

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